sábado, 19 de mayo de 2007

Moráceas

Moráceas


Los higos y las moras pertenecen a la familia de las Moráceas entre cuyos miembros también se incluyen el cáñamo y el lúpulo, los árboles del caucho del sudeste asiático y sus diminutos parientes los ficus, tan popula­res en la decoración casera, así como numerosos árbo­les tropicales y subtropicales con nombres de sonido tan exótico como el árbol del pan, el trompetero, etc. Las higueras y las moreras son miembros excepcionales de la familia por cuanto crecen en climas templados.


Todas ellas requieren mucho sol. Las higueras se desa­rrollan mejor en los suelos pobres que en los ricos por lo que, para que den fruto, hay que confinar de modo arti­ficial sus raíces.

Los higos y las moras son frutos delica­dos que no toleran el transporte y el almacenamiento; hay que consumirlos recién cogidos del árbol; lo que también se hace es secar o embotellar los higos y pre­parar mermeladas con las moras. Ambos árboles son muy atractivos y longevos, alcanzando unos 9 m.

martes, 8 de mayo de 2007

Moras

Moras


El nombre de mora hace referencia a multitud de frutos proceden­tes desde las moreras blancas o rojas de 15-18 m de alto hasta los pequeños arbustos utilizados para alimentar a los gusanos de seda. La morera blanca que con frecuencia se cultiva en las montañas de Persia da un fruto insípido, pero la roja que se cultiva en Europa y América da espléndidos frutos que la hacen merecedora de un cul­tivo más amplio.


Suelo y clima:

Las moreras crecen en cualquier huerto con un suelo de reacción neutra. La mayoría de las variedades son muy resistentes en los cli­mas templados, salvo la morera negra que crece sólo en climas muy calurosos.

Tratamiento del suelo:

Hay que hacer una cava profunda y añadir compost o abono.


Multiplicación:

Si se adquiere el árbol en un vivero, se lo planta del mismo modo que un manzano. Hay que dejarle espacio suficiente para que crezca; cada ejemplar debe estar separado 9 m del más próxi­mo. Se los planta también en bancales profundos circulares. Después de haber plantado uno o dos, los árboles proliferan ya que los pájaros propagan sus semillas; es posible asimismo la multiplicación mediante esquejes.


Cuidados durante el crecimiento:

No existe ninguna dificultad en el cultivo de las moreras. Sólo hay que proporcionarles un buen acolchado con mucha frecuencia. Las enfermedades y las plagas rara vez las atacan. Una vez arraigados los árboles, se siembra hierba a su alrededor pues esto facilita la recolección.


Recolección y almacenamiento:

Las moras se deterioran con rapidez por lo que hay que consumir­las en cuanto estén maduras. Desde un punto de vista comercial esto constituye una desventaja; el fruto no se conserva y ha de comerse con rapidez. Hay que esperar a que los frutos caigan sobre la hierba y entonces se los recoge. Si el árbol está situado de modo que no es posible cultivar hierba debajo debe colocarse entonces paja o heno durante la temporada de fructificación. Una advertencia: las manchas producidas por el jugo de las moras se quitan muy mal por lo que conviene usar siempre ropa vieja.


Las moras con nata son deliciosas y superior el vino que se pre­para con ellas. A los pájaros les encantan. Si se las cul­tiva cerca de un cerezo se comerán las moras y respetarán las cere­zas; si se planta el árbol al lado del gallinero una parte del fruto maduro que el ejemplar produce cada verano caerá al suelo y ser­virá de alimento a las gallinas, y además habrá suficientes para el propio consumo.